Mision y Apostolado

MISIÓN Y APOSTOLADO DE LOS REDENTORISTAS

San Alfonso María de Liguori fundó en 1732 en el sur de Italia la Congregación del Santísimo Redentor, popularmente llamada Congregación de los Redentoristas. Los Redentoristas se esfuerzan por seguir el ejemplo de Jesucristo Redentor predicando el evangelio a los pobres (cf. Lc 4,14–21). La Congregación nació como respuesta a las necesidades espirituales de los más abandonados, de las gentes pobres en zonas rurales, en las montañas, lejos de la ciudad de Nápoles. Actualmente presentes en 77 países, los Redentoristas cuentan con 5.500 sacerdotes, hermanos y seminaristas que profesan los votos de pobreza, castidad y obediencia.

En los comienzos, sólo unos cuantos hombres esforzados siguieron la inspiración de San Alfonso. Pero, ya en vida del Fundador, la Congregación se extendió más allá del Reino de Nápoles llegando hasta la Italia central, primero, y, más tarde, hasta Polonia. En las primeras décadas del siglo XIX se habían fundado ya diversas comunidades redentoristas en el imperio Austrohúngaro, en Alemania, en Bélgica y en Holanda. En 1832, al cumplirse el centenario de la fundación de la Congregación, seis misioneros redentoristas (tres sacerdotes y tres hermanos) marcharon a Estados Unidos iniciándose así el primer trabajo misionero de los Redentoristas fuera de Europa. A estas fundaciones en Norteamérica siguieron pronto otras en América Latina, Australia y también más tarde en África y Asia.

C.Ss.R.

Los Redentoristas suelen comúnmente usar, tras sus respectivos nombres, unas siglas: “C.Ss.R.”. Estas cuatro letras son abreviatura de la expresión latina Congregatio Sanctissimi Redemptoris, que significa “Congregación del Santísimo Redentor”.

La Congregación tiene como lema el versículo 7 del salmo 130 que dice en latín: Copiosa apud eum redemptio (En él hay abundante redención). Estas palabras del salmo resumen muy bien el espíritu que anima a los Redentoristas al afirmarse en ellas que Dios es totalmente generoso en el amor, en la compasión y en el perdón que otorga a la humanidad; en efecto, de tal manera amó Dios al mundo que entregó a su único Hijo, Jesucristo (cf. Jn 3,16). Los Redentoristas han sido tocados por ese amor y tratan, por lo mismo, de llevar esa Buena Nueva al mundo, pero con especial preferencia a los que viven al margen de la Iglesia y de la sociedad.


El Trabajo de los Redentoristas: Llevar la Buena Nueva a los Pobres y Abandonados

Todos los cristianos están llamados a ser misioneros puesto que el amor de Dios es una realidad que debe compartirse. Los Redentoristas, como expresión más plena de su consagración bautismal, llevan a cabo esa vocación fundamental de todo cristiano respondiendo con celo y creatividad a las urgentes necesidades pastorales de los más abandonados, especialmente los pobres, y consagrándose enteramente a la evangelización. Para realizar su misión, los Redentoristas tratan de vivir como los apóstoles de Jesús, dedicando sus vidas a Dios y a la actividad misionera. En un mundo de rápidos cambios, los Redentoristas buscan constantemente nuevos modos de predicar la Buena Nueva del amor de Dios.

Como los apóstoles, movidos y fortalecidos por el Espíritu Santo, los Redentoristas no escatiman esfuerzo alguno para hacer de sí mismos una entera donación a Dios “que fue el primero en amarnos” (1Jn 4,10). Esta respuesta de amor se expresa a través de la profesión de los votos de castidad, pobreza y obediencia. Los Redentoristas viven en comunidades formadas por sacerdotes, hermanos y seminaristas. Además de trabajar juntos, los congregados comparten la oración, sus bienes materiales y, a decir verdad, toda su vida. Más que un simple modo de vivir de forma ejemplar, el estilo de vida de una comunidad redentorista se caracteriza por ser en sí misma una auténtica proclamación del evangelio a los pobres.